Mis problemas de indefensión
Mis problemas como consumidora empezaron hace ya algunos años. No les tengo manía a las empresas ni a los comerciales, el problema es la indefensión y la impotencia.
En el año 2005 una comercial del Banco Popular, este banco creo que ya no existe o puede que esté intervenido cuando ustedes lean esto, me llamó sistemáticamente para que abriera una cuenta. Me negué hasta la saciedad. A la pobre chica se le acababa el contrato, o no sé, el caso es que como tenía mis datos porque se los había facilitado gentilmente la promotora inmobiliaria que me vendió el piso, decidió hacerme la inmensa faena de ser despedida y dejarme un regalito: abrirme una cuenta. Siete años después, aún tengo una puñetera cuenta abierta en ese banco, está a 0, pero está ahí, y eso me pone muy nerviosa.
Ahora, en 2012, el problema ya no es la presión comercial del jefe, sino que con la crisis uno nota en el ambiente que las cosas no van bien en muchas empresas. Y eso, además de padecerlo los trabajadores, lo sufrimos los clientes, que tampoco tenemos necesariamente culpa, digo yo. Un buen ejemplo es algo inaudito, la semana pasada compré un paquete de pan tostado en Carrefour caducado desde 2010!, no es broma, la cara que acaban de poner ahora ustedes la puso la cajera cuando se lo enseñé, al ver otro paquete hoy en la misma estantería. Está claro que alguien no hizo su trabajo bien, la consecuencia es que yo me quedo sin dos euros y sin el pan tostado, porque ¿alguien guarda los tickets del supermercado?
Apenas diez minutos después, mi hijo vuelve del colegio con unos Nike nuevos (era la segunda vez que los ponía) completamente descosidos y enseñando sendos dedos gordos. ¿Valen las marcas lo que cuestan? De esto sí tenía el ticket, así que los de Sport Zone me van a oír, pero bien, aunque no sea culpa suya.
Al final del día hago examen de conciencia. Y caigo en la cuenta de que pierdo unos jugosos minutos cada jornada luchando por mis derechos como consumidor. Comprar es fácil pero si luego tienes que descomprar, esperar un tiempo y volver repetidas veces a la tienda a por lo que es tuyo estoy segura que somos muy pocos los que al final no nos conformamos ¡por principio!
Mientras pienso esto y lo escribo, miro en otra pantalla mi cuenta bancaria, porque otra comercial al borde del despido, esta vez de Legálitas, me colocó habilmente en diciembre (un mes de muchos gastos y ellos lo saben) un cargo de 50 euros por la presunta contratación de un servicio que me negué telefónicamente a contratar. Cinco meses después sigo esperando a que me devuelvan mi dinero, que seguramente ya ha engrosado las ganancias de esta compañía a la que contraté para defenderme precisamente de esto que me han hecho.
Al final va a tener razón mi padre, que rompe las cartas del banco sin abrirlas, no coge el teléfono y cierra la puerta en las narices a los comerciales que vienen a puerta fría. Yo tengo una que me visita en la oficina desde hace años, la atiendo siempre de mala gana, no le compro nada, y solo le pedí que no viniera los viernes, que tengo mucho lío, y desde entonces siempre viene los viernes. Así que desde un tiempo a esta parte no abro la puerta de casa si no estoy esperando a nadie, y no cojo el teléfono, especialmente si en la pantalla pone 1004.
¿Estamos los consumidores indefensos? Yo diría que más que nunca.
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